Él y ella.
Él deseaba con todas sus fuerzas ser su sol. Ella desde siempre se había declarado geocentrista por miedo a quemarse. Él siempre había soñado con salvar vidas. Ella tenía pánico a enfermedades y agujas. Él solía perder la paciencia y los papeles. Ella, paciente, los recogía y los ordenaba con calma. Él, con sus veintitrés tiovivos en la cabeza. Ella solo necesita un viaje para sacarlo todo en claro. Y cuando él provocaba huracanes con cada pestañeo, ella siempre usaba su espalda como refugio. Solo él conocía todos sus defectos. Ella había decidido no ocultarle nada para que nada les separase. Él le hubiese bajado las estrellas una a una si ella se lo hubiese pedido. Ella nunca se lo pediría, porque no tendrían nada que mirar en sus noches de verano. Él tan de ella. Ella tan de él.