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Mostrando entradas de octubre, 2016

Todo lo que debería haberme dicho antes.

Tienes una vida, aprovéchala. No tengas miedo, ábrete, déjate ver, porque a veces, el miedo a perder te lleva a lo que temes. Si quieres saber de quien depende tu felicidad mírate en el espejo y lo sabrás. Deja de autodestruirte leyendo historias de amor que no existen para ti. Que hay gente que merece la alegría y la pena porque con un gesto te la quitan, porque te quitan la careta y aman a la persona de dentro, no de fuera. Debes saber que la vida tiene más piedras que rosas pero al final todo estará bien, y si no lo está es que no es el final. Que engañarte no lleva a nada, nunca se olvida del todo. Quítate las vendas, abre los ojos y ve quien te anima a avanzar, cuídale. Coge a tu mejor amiga de la mano y llévatela contigo, la necesitarás. Da todo a cada minuto, el tiempo no se recupera. Déjate querer. Espera, no tengas prisa, solo hay una persona en la vida que de verdad te marca, no pierdas el tiempo. Quédate con quien te agarre la mano para saltar juntos al vacío y no con q

¿Entelequia?

Entelequia, dícese de aquella cosa, persona o situación perfecta e ideal que solo existe en la imaginación. Te has convertido en mi entelequia después de saber que existes, y aquí me dejas creyendo que solo existimos en mi imaginación, que solo yo vi todos esos colores reencarnados en el verde de tus ojos. Y supongo que sigo creyendo en todo eso que me hiciste ver aunque solo viva en mí, porque siempre he pensado que correr detrás de los trenes aunque ya hayan cerrado las puertas es la mejor actitud ante la vida. Y por supuesto que no eras para tanto. Eras para más. Contigo todos los desastres naturales ocurrían en mi interior, llevándose a su paso todos los muros que había construido contra alguien como tú. Alguien que me hacía volver a creer en la humanidad, en que aunque es verdad eso de que estamos de sobra enteros por dentro, hay personas que suman y multiplican. Alguien que saca la mejor versión de ti, todo eso que ni tú sabías que eras capaz de sentir, dar y compartir. Algu

Las utopías dejan de serlo cuando existen.

Seguramente exista, ese mundo utópico existe. En la mente del adolescente que no atiende en clase y suspende todas porque sabe que esto no va bien. Ese mundo en el que los derechos humanos sean tan fuertes como el muro de Berlín, pero esta vez en vez de dividir, unan. Ese mundo en el que el nivel de belleza no se mida en calorías o en centímetros. Ese mundo en el que las mujeres no sean poseídas, ni marcadas, ni dependientes, ni sumisas, que vivan siempre en primavera y no se deje marchitar por ningún invierno. Ese, en el que gobierne la sensatez, en el que dejar a una familia en la calle no dependa de un simple papel con el logo de un banco. Ese mundo en el que la solidaridad y la empatía sean las calles más transitadas, y la censura sea esa calle cortada. Donde todos los semáforos estén en ámbar y seas tú quien decidas arriesgarte o no. Ese, donde tu valor no dependa de lo que hay en tu cartera, del coche que tengas, de los tatuajes que decoran tu cuerpo o las personas qu