No podías faltar aquí.
La metáfora de la media naranja comenzó a tener sentido hace quince años pero yo no lo sabía; no era consciente hasta que la naranja fue partida, quedando mi mitad separada de mí después de tantos años. Ilusa de mí que no lo descubrí hasta hace exactamente siete meses. Yo no sé si el dicho es aplicable a la amistad, pero creo que es en el único ámbito en el que puedes encontrarla y no cambiar de mitad nunca más. No me di cuenta de su existencia hasta que dejé de pasar horas con ella y pasaron a separarnos nuestros respectivos sueños. No creía que existiese hasta que empecé a echarla de menos. Hasta que tu casa ya no era lo mismo sin sus visitas y tú ya no abrías su frigo. Pero no me ha dejado, no ha dejado de ser mi mitad ni lo dejará de ser, me juego una mano. Sin embargo no todo es tan bonito, porque a penas hablas con ella, a penas la ves y aunque juntas sigáis siendo una, ahí está el tajo que os separa... Un tajo que se mide en muchos kilómetros. Y a partir de ese momento sabes