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Mostrando entradas de junio, 2016

Podría.

Podría. Claro que podría tener un corazón como superlativo de coraza, eso lo haría todo más sencillo. Podría preocuparme un poco más por mi y menos por los demás por eso que dicen que cuando uno empieza a quererse es cuando comienza el mayor amor de su vida. Podría pegar todas las cartas que forman mi castillo de naipes y así convertirlo en indestructible, que ni el más fuerte viento pudiese derribarlo. Podría dejar de leer menos, dejar de cultivar mi imaginación y centrarme en estudiar más cifras que es lo que mueve el mundo. Podría pensar en el millón de posibilidades que pueden ocurrir antes de actuar. Podría dar más la razón y menos el coñazo. Podría ser más insensible, más pasota, dejar que todo pase y resbale, ser como esos cabezas hueca de los dibujos animados en los que igual que algo les entra por un oído les sale por el otro. Podría poner todas las cartas de la baraja sobre la mesa y elegir la mano más conveniente, la más fácil para ganar, pero soy más de meritocracia. Podrí

Sí, creo.

Claro que no, por supuesto que no creo en el amor. No creo en el amor desigual, de ese en el que uno quiere y el otro se deja querer. No creo en el amor sufrido, de los que dejan más cicatrices que besos. No creo en el amor atado, de los que desconfían y hunden. No creo en el amor en el que no se quiere a la persona con sus más y sus menos sino que se le quiere por lo que espera que sea. No creo en el amor perfecto solo fuera de casa mientras dentro ya no se besan, no se preguntan qué tal ha ido el día y ni se dicen lo guapos que están hasta recién despertados. No creo en el amor que esclaviza, 'para cuando vuelva de trabajar espero mi plato en la mesa'. No creo en el amor de color morado, ¿nunca os enseñaron que a las mujeres no se les pega? Pero claro que sí, creo en el amor. Creo en el amor que nace en primavera, sin prisa y al aire libre. Creo en el amor sincero, donde las palabras pasan a un segundo plano eclipsadas por los act