Ventilando mi vida.
Cuando huele a cerrado y empiezas a hacer costra en aquel sofá. Cuando sientes que las paredes, con sus típicos colores apagados se te echan encima y que el invierno es mucho más frío que de costumbre. Llega alguien que sustituye la figura del lobo feroz por la del valiente caballero para caperucita. Que irrumpe en tu vida y decide levantar todas las persianas, abrir puertas y ventanas para que te de el sol pero también la lluvia. Para que empieces a sentir que estás viva después de demasiado tiempo en cuarentena. Y decides agarrarte a ese soplo de aire fresco que revolvió todos los papeles que tenías almacenados de mayor a menor fracaso con solo una decisión, la que hizo que los colores de las paredes fuesen mucho más vivos y los adornos mucho más brillantes. Pero sobre todo la que hizo que fueses más tú que nunca. El invierno ya no es tan invierno desde que te calienta las sábanas antes de dormir, ni desde que te abriga con su ropa cinco tallas más grandes. Y llegó para quedarse