Dejé de perder.
Me juré no volver a escribirte hasta que te olvidase. Pero
me di cuenta de que no se puede olvidar lo único que ha sacado la mejor versión
de ti misma. No se puede olvidar a quien sin ni siquiera pretenderlo consiguió
sacarte del pozo más oscuro en el que has estado por el simple hecho de estar a
tu lado. Entendí que no es necesario olvidar para pasar página, solo necesitas
saber dónde sobras, dónde sufres sin obtener nada a cambio, dónde eres un
accesorio más en una vida que no es la tuya, dónde no te quieren como te
mereces.
Me juré no volver a escribirte y a veces necesitaba unas
cuerdas que me sujetasen para no hacerlo cuando mi fuerza de voluntad flaqueaba
al pensarte. No saber de ti y no reír contigo se convirtió en la peor tortura
que podrían haber inventado. Pero, ¿sabes? Los días contigo eran menos malos, eras
tú quien hacía que creyese algo más en la humanidad. Que no íbamos a cambiar
este puto mundo de mierda pero tu sonrisa hacía que me diese igual vivir en él.
Jamás una persona me había mostrado todo lo buena que podía llegar a ser hasta
que tus ojos me miraron de ese modo, cuando me encendías y todo lo demás se
apagaba. Y no sabéis lo difícil que es encontrar a alguien con quien poder ser
tú misma, sin miedo a ser juzgada, con ganas de enseñárselo todo. Y ese, fuiste
tú. Solo por eso debería darte las gracias. Por haber pasado por este desastre
que tengo por vida. Por ser mi otra mitad en el sexo opuesto. Por saber que existe
alguien tan o más raro que yo. Por conseguir que me entienda mejor. Por lograr
que dejase de pensar tanto en mí para pensar más en nosotros.
Comprendí que el amor verdadero existe, aunque duela. Que
era capaz de dejar libres todos los pájaros de tu cabeza, confiando en que
volviesen a mis manos a descansar. Que no volverías a buscarme porque dejé de
ser tu refugio. Que decir "te amo" ya no me parecía demasiado fuerte cuando se trataba de ti. Que sí que existe el cielo, que estaba en tu pecho, cuando
apoyaba la cabeza y te escuchaba vivir por dentro. Que, por fin, alguien había conseguido que quisiese echar raíces sin importar el lugar. Que querer de distinta
manera no es querer más o menos. Que podía seguir poniéndome nerviosa por verte
aunque te hubiese visto el día anterior. Que mi cama era demasiado grande y
fría si no eras tú quien la ocupaba. Que eras tú quien incrementaba los colores
en mi vida. Que el futuro era menos negro si iba de tu mano. Que escribir era mi única forma de hacerte entender y ahora es mi único salvavidas. Que decir adiós se
hacía más difícil cuando eras tú quien te ibas.
Pero sobre todo, comprendí que yo ya no era la que perdía,
que a la que perdías era a mí. Porque yo volveré a querer como te quise a ti,
pero a ti nadie te va a querer tanto como lo hice yo.
Cuídate todo lo que me hubiese gustado hacerlo a mí.