Con M de ¡Mira mamá, sin miedos!


Hay veces que el miedo nos paraliza, nos ata la venda más oscura en los ojos o nos sujeta los tobillos cuando queremos echar a correr. Pero también va mucho más allá, y se atreve a dejar pasar algunos trenes a sabiendas de que pueden no volverán a pasar jamás.

Hace muchos daños que el miedo se convirtió en mi mejor aliado y en mi peor enemigo. Me rodeó con una muralla a prueba de balas, solo me faltaba el foso con cocodrilos para completar la autoprotección. Y yo, desde ahí, falsamente feliz por creerme intocable sonreía y saludaba, a lo reina de Inglaterra, despachando a todo aquel que se atrevía a acercarse.

Lo que el miedo no sabía es que iba a llegar una M más grande y poderosa, con todas las ganas de saltar muros que a mí me faltaban por salir de ahí y rescatarme de sus garras. Y dejé de hacer lo fácil para hacer lo correcto. Para mí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

ODA AL SOFÁ.

A pesar de todo mi futuro está aquí.

No hace falta mirar con lupa.